La fertilidad del suelo es la habilidad del suelo para proporcionar los nutrientes necesarios para que las plantas puedan crecer. Los principales nutrientes que las plantas toman primero del suelo son el nitrógeno, el fósforo, el potasio, el calcio y el magnesio.

Casi siempre tenemos que suplementar esos nutrientes del suelo al agregar fertilizante, estiércol o composta para que las plantas tengan un buen crecimiento. Las plantas también toman otros nutrientes secundarios del suelo, pero casi siempre no hay necesidad de agregarles más porque están en cantidades suficientes en el suelo.

El pH (la acidez) del suelo es otro aspecto

Importante para su fertilidad. La mayoría de los cultivos crecen mejor en suelos con un pH entre 6.2 y 6.8.  Este es el rango en que las raíces absorben mejor la mayoría de los nutrientes del suelo. 

La materia orgánica

La materia orgánica está compuesta de residuos de plantas y de animales que se han muerto, de microorganismos vivos y muertos del suelo que al descomponerse y unirse en el suelo forman esta materia.

La mayoría de los suelos agrícolas contienen una proporción muy pequeña de materia orgánica (menos del 5%), pero esta pequeñísima cantidad juega un papel muy importante para la calidad del suelo.

La materia orgánica le ayuda a la fertilidad, a la estructura y a la actividad biológica del suelo. Se le agrega materia orgánica a los suelos al añadirle los cultivos de cobertera, los estiércoles, las compostas y con la rotación de cultivos.

La Textura del Suelo

La textura del suelo es una característica importante que influye sobre muchos aspectos en la calidad del suelo. La clase de textura del suelo se determina por el porcentaje de arena, de limo y de barro o arcilla que contiene.

Generalmente, los suelos están compuestos de partículas de tres diferentes tamaños. Las partículas de la arena son relativamente grandes, las de la arcilla son pequeñísimas en comparación a las de la arena y a las partículas de limo que son medianas.

La arcilla y el limo retienen más agua y más nutrientes para las plantas que las partículas de la arena. La textura es una propiedad única del suelo que no cambia nunca ni bajo diferentes prácticas de

manejo. Los cuatro tipos de suelos se clasifican en:

(1) arenosos;

(2) limos;

(3) suelos francos

(4) arcillosos o barros.

Esta clasificación se basa en el tamaño de las partículas que tiene cada tipo de suelo.

Mientras que la textura del suelo es la proporción en que se encuentran los tres tipos de partículas del suelo (arena, limo y arcilla) la estructura del suelo nos indica como están arregladas estas partículas en el espacio.

No podemos cambiar la textura del suelo, pero sí podemos manejarlos para mejorar su estructura. Un suelo con una buena estructura tiene aproximadamente entre un 40% a un 60% porciento de su volumen en espacios o poros, o sea en espacios vacíos entre las partículas del suelo.

Estos espacios vacíos son los que le permiten al agua y al aire a entrar en ellos y a las raíces a poder crecer entre ellos. 

En un suelo sano, las partículas de arena, limo y arcilla no están flotando por sí mismas. Esas partículas se juntan a otras, a la materia orgánica y a los pequeños poros y forman lo que llamamos, agregados de suelo.

Los agregados de suelo más fuertes y más estables se unen con más fuerza, aun cuando les impactan las gotas de lluvia o son aplastados por las pisadas de nuestros pasos. Si agarramos un puñado de suelo sano sentiríamos que es fácil de desmoronar y ligero, esto se debe a los agregados más estables del suelo.

La compactación de suelos

La compactación de suelos ocurre cuando a los agregados del suelo se les comprime haciendo que los espacios entre los poros se hagan pequeños. Generalmente, esto ocurre debido al peso de maquinaria pesada, tales como tractores que pasan sobre el suelo, especialmente si los suelos están mojados.

Los suelos pueden volverse compactos en la superficie, pero también en la capa inferior, justo por debajo de la profundidad de la labranza (compactación del subsuelo). Las plantas tienen mucha dificultad para crecer en suelos compactos porque los agregados están presionados muy juntos, dejando muy poco espacio entre poros para el aire y el agua que son esenciales para el crecimiento de las raíces.

La retención de agua

Se llama capacidad de retención de agua a la cantidad de agua que un determinado suelo puede retener y después puede poner a disposición de la planta. La capacidad de retención de agua está determinada por la textura del suelo y por la cantidad de espacios porosos donde se alojan el aire y el agua.

Los suelos arenosos tienen muy baja capacidad de retención de agua, mientras que los limos y los suelos arcillosos tienden a retener más agua y tienen una capacidad de retención muy alta. Un cultivo plantado en un suelo arenoso necesita ser irrigado con más frecuencia, pero con menos agua que un cultivo plantado en un suelo arcilloso o en uno limoso. Un suelo arcilloso o uno limoso tienen más capacidad de retener agua, por lo que los cultivos no necesitan ser irrigados con mucha frecuencia. Como los suelos compactos reducen el espacio poroso para el agua y el aire tienen muy baja o menos capacidad de retener el agua.

La actividad biológica del suelo

Los suelos sanos están llenos de organismos vivos como bacterias, hongos, insectos, lombrices y otros. Mientras estos organismos desarrollan su vida van prestando un servicio muy útil al ayudar a mantener la calidad del suelo.

Ellos descomponen la materia orgánica de los residuos de cosechas y de los estiércoles. Mientras realizan esta función, ayudan a unir las partículas del suelo para formar los agregados del suelo.

Estos organismos también producen el humus, una forma de materia orgánica que ya no se descompone y que ayuda a los suelos a retener el agua y los nutrientes.

Los suelos con una actividad biológica muy alta tienden a tener pocos problemas con enfermedades. Por otra parte, las lombrices hacen túneles en el suelo que permiten al agua y el aire moverse en el suelo.

La conservación del suelo

Cuando el agua de lluvia o la de irrigación cae sobre suelos desnudos o sin plantas, o cuando sopla el viento sobre esos suelos, las partículas de suelo son arrastradas por el agua o se las lleva el viento fuera del campo.

Este proceso se llama «erosión de suelos» y las prácticas agrícolas que se usan para detener la erosión se llaman prácticas de «conservación de suelos». Los suelos sanos son recursos naturales muy valiosos y no debemos permitir perder ese suelo en nuestros campos debido a la erosión.

La erosión de los suelos causa bastantes problemas ambientales como la contaminación de los arroyos, ríos, lagos y aun de los océanos. Las partículas de suelo arrastradas por el viento bajan la calidad del aire y causan enfermedades respiratorias.

Los agricultores pueden proteger los suelos de la erosión, limitando el tiempo entre cosechas para no dejarlos desnudos. También, mejorando la estructura del suelo, manejando el cultivo del campo y la irrigación, y sobre todo la armonización del ecosistema con Electrocultivos.

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